Las crisis son inevitables. El secreto reside en acogerlas y vivirlas como oportunidad, para seguir creciendo y despertando a lo que somos.
Las crisis constituyen un fenómeno recurrente en la vida de las personas y de los colectivos humanos. Asociadas paradójicamente al crecimiento, son expresión de la impermanencia de toda la realidad visible: todo cambia, todo pasa. Ahora bien, lo realmente decisivo no son las crisis, sino lo que hacemos en ellas y con ellas.
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